Hace más de 10 años tuve mi primera entrevista de trabajo, en realidad no fue la primera, pero quizás la que más recuerdo y por eso la comento en esta nota.
Yo recientemente había terminado mis estudios en la Universidad, y tenía muy poca experiencia, tan sólo había realizado la práctica profesional, y uno que otro trabajo de freelance, también cabe destacar que en ese momento sólo era publicista y no tenía estudios de diseño, sin embargo me las apañaba para poder usar los programas, en realidad quería un puesto como creativo, porque no me sentía demasiado seguro de utilizar los programas de Adobe.
Y hace algunas semanas había llevado un curso de mercadeo personal, (Curso que nos ofrecía la Universidad de forma gratuita para aprender a vendernos) en el que se me recomendaba cosas como: ir vestido formal, cortarse la barba, el pelo, y hablar sofisticadamente de cada uno de nuestras cualidades, limitarse a la hipocresía que envuelve un currículo (Como dice aquél famoso proverbio: «Todo el mundo dice más de lo que vale en su currículo»).
Primero fui a la empresa de un familiar (Uno siempre tiene la esperanza de que la familia es la que te va a dar la mano, desgraciadamente no siempre sucede de esa forma, y no pude conseguir empleo en ese gran edifcio), ellos me recomendaron esta agencia, hoy en día ya no existe así que vamos a inventarle un nombre: «Naranja Ajedrez», así se llamaba la agencia creativa a la que me habían recomendado ir.
Por aquel entonces estaba de moda todo lo hipster, aunque era una etapa temprana del estilo, hoy en día podemos ver hasta a Sergio Ramos en algunas fotos con ese estilo Hipster.
El diseño estaba plagado de esos logos extraños con cruces, animalitos planos, a veces también todos cargados pero con bigotes y en realidad todo lo que se puede ver en hipsterlogo.com
Al final logre llegar a la entrevista de trabajo, y un tipo que parecía tener unos aires de artista me hizo las preguntas, las típicas de: ¿en que soy bueno?, ¿Qué me gusta hacer?, ¿Qué pienso del diseño?, y al final tuve que presentar mi carpeta, con trabajos hechos en mi práctica, como freelance, y sobre todo muchos inventos con clientes ficticios.
El artista este terminó destruyendo mis diseños, me dijo que habían efectos muy genéricos, que el diseño y las proporciones estaban mal, que las ideas no eran demasiado buenas, y bla bla bla.
En ese momento sólo recordaba el curso de mercadeo personal donde me sugerían estar vestido formal y mantener ciertas normas de etiqueta, pero yo estaba sentado y tan sólo veía a un tipo fanfarroneando de su experiencia, de su deseo de hacer las cosas diferentes, de sus cualidades y visión de un diseño global, y nadie ahí vestía formal, sólo yo.
Realmente lo único que quería era salir corriendo de Naranjas Ajedrez. Tenía al frente un tipo que me enseñaba revistas de Lürzer’s Archive, tratando de educarme sobre la materia en una entrevista de trabajo.
Tomaba cada uno de mis diseños y movía las manos de arriba hacia abajo señalando cada uno de mis errores. Hasta me ofrecío agua, colocando la botella en la mesa (Por cierto casi tomo la botella con mi mano y me bebo todo el agua), pero cuando el entrevistador notó mis intenciones, sacó de no se donde, un vaso para frenar mi impulso.
Al final no logré conseguir el trabajo, pero hasta el día de hoy me acuerdo de esa agencia llena de vinilos, música a todo volumen, colores por aquí y por allá, y la tendencia hipster que hoy en día empalaga. Y sí compré la revista Lürzer’s Archive (Me hice suscriptor como por 3 años), tengo una colección de ellas apiladas en el sótano de mi casa…